La vida sexual de cada persona se extiende desde el nacimiento hasta la vejez.
Sexualidad NO es igual a genitalidad.
Educar una sexualidad sana es educar la afectividad y en el placer.
Afectividad: Conocer sus valores, saber lo que aprecian de otra persona y lo que les disgusta en otra, expresar sus sentimientos con franqueza, pedir perdon, expresar con corrección el enfado legítimo, pedir apoyo o ayuda, solicitar cambios, reconocer con claridad sus deseos y sentimientos, decir que si o que no con libertad..
Placer: masajes, baños, olores, sabores, texturas, caricias, contemplación, música, baile, arcilla... cuanto más amplio es el repertorio más rica es la sexualidad y con más autoconocimiento y responsabilidad se inician las relaciones genitales.
Nunca es pronto para hablar de sexualidad con tu hija o hijo. Responde a sus preguntas con naturalidad, claridad y concisión. Límitate a lo que te pregunta y busca imágenes para hacerlo más comprensible.
Interésate por la educación afectivo-sexual que recibe fuera de casa, en el colegio o en otros lugares.
Aprovecha las noticias, películas o lecturas que compartis para conocer sus opiniones y exponer con claridad tus valores.
Una vez que se mantienen relaciones sexuales con contacto genital el único método anticonceptivo que no tiene efectos secundarios y protege de las enfermedades de transmisión sexual es el preservativo. Asegurate de que saben usarlo, comprarlo y conservarlo con seguridad.
Explica a tus hijos que las relaciones genito-orales tambien entrañan riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual.
El principal impulso para las conductas de riesgo es la presión del grupo de iguales. Ayudales a construir su autonomía y a relacionarse desde el respeto mutuo.
La mejor protección contra el embarazo no deseado, el consumo de drogas, las situaciones de abuso o maltrato... es que tu hijo tenga una buena autoestima, sepa lo que no quiere y sepa decir no. Enseñales a expresar sus sentimientos e ideas y a tomar decisiones desde pequeños.
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