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Según un informe elaborado por el Centro de Investigación y Documentación Educativa del MEC en el año 2000 cifraba en 300.000 el número de alumnos potenciales superdotados. Según la estadística de la enseñanza en España del MEC 2004-2005, son 2.648 los superdotados identificados por el Ministerio de Educación, de esos  escolares (85 en infantil, 1.748 en primaria, 726 en secundaria y 89 en Bachillerato), 1.702 están en la enseñanza pública y 946 en la privada. En una época en la que no deja de hablarse de la necesidad de aprovechar el talento y la creatividad para paliar la situación de crisis actual, el propio sistema educativo deja escapar e ignora a sus grandes capacitados. Es un despilfarro de talentos. Un despilfarro que se cifra en 297.352 superdotados no identificados, con lo que eso conlleva: fracaso escolar, rendimiento escolar bajo, depresión, anorexia o hiperactividad, según palabras de Alicia Rodríguez Díaz-Concha, presidente de la Asociación Española para Superdotados y

Llevamos ya unas semanas de curso, con los grupos de apoyo al estudio en funcionamiento y vemos que muchas de las dificultades de "nuestros" niños y niñas son comunes:  dispersión,  dificultad para comprender profundamente un texto mas all á de los hechos y los personajes jeraquizando ideas y organizando conceptos, poca capacidad de expresión, especialmente de ideas complejas, falta de relación entre los conceptos aprendidos y hechos de la vida, resolución de ejercicios de forma mecánica y carencia de conceptos matemáticos básicos. Ahí estamos, sentando las bases para un estudio autónomo, creando la curiosidad y la motivación, sembrando o abonando el placer del conocimiento. A veces el terreno es propicio y a veces es duro sembrar. Cuanto mayores son, mas difícil es: acumulan experiencias negativas respecto al estudio y la vida escolar, muchas de ellas derivadas de enfrentarse a exámenes con los contenidos aprendidos en falso, solo para, como dice un profesor de mi hija, vomi

De un tiempo a esta parte vengo observando que los padres y madres de mi alrededor están convencidos de que sus hijos e hijas son malísimos y, lo que es peor, se afanan incansablemente en hacérselo saber. Comentarios como “¿Otra vez te has manchado? ¡Hay que ver que malo eres, no te dura nada limpio!” o “¡Vuelve a poner eso en un su sitio! ¡Qué niña más mala!” Y así una infinidad de ejemplos y situaciones que terminan  demonizando a los niños y dejándoles bien claro su condición maléfica. Pero, ¿son realmente malos estos pequeños humanos recién llegados al mundo? ¿Tienen intención de dañar, manchar, descolocar o romper para sacar a sus padres de quicio? ¿Se pasan las noches maquinando cómo hacerles la vida imposible? Si sus padres piensan realmente así es que no han visto “La profecía” y no conocen a Damien y sus “travesuras”.  Bromas aparte, estoy convencida de que no piensan reamente así, pero es un tipo de comentario que viene inscrito en ese pequeño ADN de padres que llevamos todos

N uestro cuerpo nos expresa. Somos como arcilla moldeada por nuestras vivencias y nuestras emociones. Una tensión nos endurece, un temor nos oprime, lo que no queremos decir se nos atraganta, el volumen nos hace visibles y nos defiende... Nuestro cuerpo es nuestra biografia, acumula nuestra historia y la muestra al mundo. Desde la antigua Grecia los sabios han aventurado relaciones entre el cuerpo y el carácter. Hoy sabemos que podemos "leer" un cuerpo y comprender el alma que lo habita.   Igualmente, en cada momento concreto, nuestra emoción y nuestra reacción se manifiestan a través del gesto. Un gesto casi siempre inconsciente que revela a nuestros interlocutores lo que tal vez no queremos compartir y que nos habla de la emoción del otro, tantas veces en contradicción con su palabra. ¿Tus hijos intentan llamar tu atención? ¿no sabes cuando un adolescente miente? ¿querrías sentirte seguro antes de confiar?  Observa.